Hoy Fugu. Conozco un japonés en la avenida que lo prepara, es jodidamente peligroso, pero tienen certificados, y pasan todos los controles. Me lo comentó Roberto, ¿lo recuerdas? el que juega al pádel con Begoña. Dice que hay una especie de excitación terrorífica por el riesgo; es la muerte o el pez. Ponte guapa. Ese vestido rojo que me vuelve loco, lo compraste para la boda de Sonia, ese, el que cae por las caderas como derramándose. Roberto me contó, que el chef prepara el Fugu ante los ojos de los que van a cenar. Explica los cortes, los lugares prohibidos donde el veneno se concentra. Dice que el tipo lo va moviendo mientras aún palpita sobre una tabla de bambú, el animal agoniza al ser separado de sí mismo, y cuando el plato está perfectamente montado, el Fugu muere. No me interesa el sabor, me importa un carajo si es suave, o fuerte, sólo deseo meterlo en mi boca, masticarlo muy lentamente, comprobar si el maldito pez pudo conmigo... o contigo, mi amor. *